lunes, 20 de octubre de 2008

Bullying: Una “vieja” novedad

Por Rubén Veiga
La expresión “bullyuing” (del idioma inglés) se podría traducir como “toreando”; ello así trasladado al ámbito de la educación, lo relacionamos con el fenómeno grupal basado en conductas de acoso y/u hostigamiento entre compañeros.

Nació en la cultura anglosajona durante el siglo pasado; de allí la aparente contradicción del título de este artículo: “vieja novedad”; sin embargo en los países latinoamericanos recién ahora lo estamos conociendo. Para ser más preciso, diría que ya lo conocíamos desde hace décadas; sólo que ignorábamos su nombre técnico.

Fue concebido como un aprendizaje social, en donde los líderes ejercían todo su poder sobre algún/nos compañero/s; quienes, sólo si lograban resistir, accedían a los “beneficios de fortalecerse” ante todo el grupo.

Indudable y lamentablemente aquel concepto originario, al día de hoy, se ha visto totalmente tergiversado, ocasionando en muchos casos desde graves padecimientos hasta consecuencias de igual tenor; sólo por ilustrar con un ejemplo extremo, pido al lector que intente recordar el horrendo episodio sucedido hace unos pocos años en una escuela de Carmen de Patagones, en donde un adolescente irrumpió con un arma de fuego ocasionando una sangrienta ola de homicidios y lesiones.

Y la primera pregunta que posiblemente surja es … ¿las instituciones educativas pueden hacer algo frente a este flagelo?. Aunque parezca recurrente, insito en la prevención y, para ello, nada mejor que escuchar a quienes más saben; así el Lic. Felipe Lecannelier (colega chileno y experto en bulliying) propone implementar “Programas Escolares Antibullying” (PEA) que contemplan, al menos, tres etapas:

Fase I: Toma de conciencia d la institución escolar;
Fase II: Construcción de un manual de instrucciones consensuado entre los distintos actores de la comunidad educativa;
Fase III: Seguimiento y evaluación de la implementación de la fase anterior.
Estos programas, según señala Lecannelier, tienen que proponerse una duración mínima de uno a dos años y designar un “Comité Antibullying” (organismo de contralor conformado por adultos: directivos, docentes y familiares de los alumnos) que, entre otras funciones, deberán “monitorear” aquellos espacios escolares que, especialmente durante los recreos, se convierten en los más propicios para que se geste y desarrolle esta forma de acoso u hostigamiento; me refiero a los patios, pasillos, sanitarios, comedores, kioscos, etc.

Pero no es todo. Estos episodios ya trascendieron los escenarios escolares para ocupar otros tantos relacionados con el mundo de la tecnología; léase chat, redes sociales, fotologs, mensajes de texto (SMS) y todos los etcéteras que se puedan imaginar. Si hasta resulta cotidiano visualizar en el sitio “You Tube” palizas o peleas entre pares.

A tal punto se ha difundido, que esta “variante” de bullying también recibió bautismo; se la conoce como “cyberbullying” que, para el caso, es lo mismo que decir “acoso cibernético” y, a juzgar por los especialistas, es más traumático aún que el primero, toda vez que parecieran confabularse dos elementos nocivos: la mega exposición de la/s víctima/s y el anonimato de los victimarios.

Una vez más, un lado oscuro de la sociedad sumado a la tecnología mal utilizada ponen a la escuela “en jaque”.

Una vez más, la escuela hará lo imposible por “mover las fichas” en salvaguarda de su misión; que dicho sea, de este tipo de juegos macabros, nada tiene.

(*) Doctor en Mediación y Mediación Educativa; estudiorubenveiga@yahoo.com.ar

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